PALABRAS DEL DOMINGO

De Jesús a Mateo – Introducción al Año A

Photo André Myre

Par André Myre

PALABRAS DEL DOMINGO

16 noviembre 2022

Foto por Dakota Roos / Unsplash

Me ha parecido imperativo escribir una introducción a la serie de comentarios de los evangelios del Año Litúrgico A, que comenzará el domingo 27 de noviembre. Los evangelios son escritos de circunstancia, redactados por los Ancianos para dirigirse a sus semejantes en cultura, modos de expresión y cuestiones planteadas por la situación. Son obras sofisticadas, elaboradas por espíritus reflexivos y libres, que tienen cosas relevantes e impactantes que decir.

No se trata de una colección desordenada de pequeños fragmentos de lectura edificante. Sin embargo, quien quiera comprenderlos debe estar dispuesto a dejar de lado su propia cultura religiosa por un momento, sumergirse en un modo de pensamiento diferente, acercarse a una visión desconocida del mundo, encontrar términos cuyo significado tiene poco que ver con lo aprendido desde la infancia y enfrentarse a un desafío aterradoramente radical. Esto es mejor saberlo antes de iniciar.

Marcos, el primer evangelio, fue escrito hacia el año 70, unos cuarenta años después de la muerte de Jesús, occurrida el viernes 7 de abril del año 30 (Pablo murió sin haber conocido un evangelio, al igual que la gran mayoría de los seguidores de Jesús, incluidos los Doce). Mateo y Lucas continuaron en los años 80-85 y Juan en los últimos años del primer siglo.

Los escritos de estos cuatro escribas se dirigen, pues, a personas que tienen la experiencia de décadas de reflexión cristiana. Y todos se preguntan lo mismo: ¿por qué debo confiar en un hombre condenado a muerte por subversión de parte de las autoridades legítimas? Se trata de una pregunta vital que no puede responderse a la ligera. Por to tanto, requiere que la abordemos con todas las herramientas intelectuales a nuestro alcance. Ahora bien, en términos de inteligencia y juicio, aunque sin dispositivos, los Anciandos podrían competir fácilmente con nosotros. Si les hacemos decir cosas incongruentes, es porque no hemos conseguido llegar a su nivel.

 

I. ANTES DE LOS EVANGELIOS

 

Les evangelios no surgieron de golpe. Tienen una prehistoria.

 

Pequeñas unidades literarias

 

Tras la muerte de Jesús, los escribas cristianos que trabajaban en las distintas iglesias del mundo mediterráneo, inspirados por las palabras de sus colegas profetas, escribieron una multitud de obras literarias de todo tipo para satisfacer las necesidades de sus comunidades. Al principio, estos escritos circulaban de forma aislada dentro de las iglesias. Impregnados de fe, estos escritos literarios son los materiales que los futuros evangelistas utilizaron para construir sus textos.

Aquí es importante ser consciente de algo esencial para la comprensión de los evangelios. Tanto los escribas, quienes escribieron estas piezas literarias, como los evangelistas, quienes los retomaron, los utilizaron en un contexto cristiano para expresar su fe en Jesucristo, es decir, en el Jesús que muere a manos de los romanos, pero luego resucita y se convierte en señor dentro de la dimensión de Dios. Ninguno de ellos puede sospechar que los textos que han escrito pasarán a formar parte de un conjunto mayor que llamaremos “evangelio”. Toda persona que lee un evangelio debe tener esto en cuenta, de lo contrario habrá un equívoco. Por ejemplo, Pablo de Tarso escribió una vez esto sobre Jesús, a saber, que éste fue

 

Rm 1,4 declarado hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, pour la resurección de entre los muertos.

 

Dos o tres décadas después, un escriba cristiano desconocido escribió el siguiente diálogo entre Jesús y sus seguidores

 

Mt 16,15 Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?

16 Respondiendo, Simon-Pierre dijo: “Eres el mesias, el hijo del Dios viviente.”

 

Este diálogo formaba parte de una narración basada en la aparición de Jesús a Simón, acontecimiento que le convirtió en la roca sobre la que se edificó posteriormente la Iglesia[1], y a raíz del cual Simón recibió el nombre de “Pedro (Roca)”. El Simón del texto dice lo mismo sobre el Jesús resucitado que Pablo en la cita de Romanos 1:4. Cuando el escriba cristiano escribe su diálogo, evidentemente tiene en mente un encuentro entre el Resucitado y Simón.

No podía saber que uno de sus futuros colegas, Mateo, utilizaría su historia en el curso de un evangelio, creando así la posibilidad de un enorme malentendido entre los lectores de una época posterior. Desde el punto de vista histórico, Jesús nunca imaginó que sería convertido en mesías en la dimensión de Dios, y Simón no podía adivinar lo que le sucedería después de su muerte.

Por tanto, en su conjunto, los evangelios hablan tanto de Jesús, el hombre de Nazaret, y, debido a que utilizan textos escritos después de su muerte, del Resucitado hecho señor. Así es como los escritores de los evangelios pretendían y planificaban su obra, que es un complejo vaivén entre el Jesús de la historia y el mesías de la fe. Escribo estos comentarios porque me atrevo a creer que los Ancianos no eran demasiado listos para nosotros.

 

Recopilación de textos

 

Con el tiempo, los escribas comenzaron a recopilar textos, y algunos de éstos serian utilizados por los evangelistas. Una lectura superficial de estos escritos permite reconocerlos: por ejemplo, en el evangelio de Marcos, una serie de acontecimientos condensados en el marco artificial de un día (1:21-39); una serie de cinco controversias (2:1 a 3:6); un conjunto de parábolas (4:1-34); una cascada de palabras unidas por ganchos gramaticales (9:42-50). Con el paso del tiempo, la tradición tiende a hacer añadidos cada vez más complejos.

 

La fuente Q

 

El movimiento de juntar unidades tradicionales continuó dentro de un documento, el cual no era sólo una colección de pequeños escritos o recopilaciones, sino un texto regular que ponía la producción literaria tradicional al servicio de un proyecto de escritura coherente. En 80-85, el propio Lucas reconoce que muchos documentos fueron compuestos antes que el suyo (1:1). Uno de los más importantes, dentro de estos últimos, que, al igual que Mateo, Marcos utilizó para escribir su evangelio, ha recibido el nombre de “Q” por los biblistas, dado que la primera letra de la palabra alemana Quelle, significa “fuente”.

A diferencia del evangelio de Marcos, que figura en varios manuscritos, la Fuente no existe fuera de los evangelios de Mateo y Lucas. Para conocer su contenido, es necesario buscarla en los textos de los evangelistas antes mencionados que poseen similitudes, separademente del de Marcos. Luego, el trabajo consiste en comparar las dos versiones de cada escrito, con el fin de reconstituir, lo mejor posible, el texto palabra por palabra que los dos evangelistas tenían ante sus ojos[2]. Por último, tratamos de encontrar, en la medida de lo posible, el orden en el cual Q había dispuesto los materiales utilizados[3].

En conjunto, Mateo y Lucas utilizaron a Marcos para trazar la línea narrativa de su historia, insertando textos de la Fuente donde lo consideraron útil. Con la excepción del momento del encuentro con Juan, que pertenece al período inicial, es notable que Mateo y Lucas no colocaran ni una sola vez el mismo trozo de Q en el mismo lugar de la narración de Marcos. Esto es una señal de que, aunque trabajaban de forma similar, ninguno de los dos tenía acceso al trabajo del otro.

La Fuente es representativa del cristianismo galileo de los años 50. Este se habría desarrollado por separado del cristianismo de Judea, que ya se había extendido en el judeocristianismo de habla griega establecido en el mundo mediterráneo. Para disgusto de los ideólogos contemporáneos que creen que sólo hay una forma de expresar la fe cristiana, Q nunca menciona la resurrección de Jesús, y es reacia a utilizar los títulos de mesías, hijo de Dios o señor. Su fe es que la entrada en el régimen de Dios está en manos de Jesús, quien, como Humano (hijo del hombre), vendrá un día a escoger a los humanos según su postura hacia el sistema global que dirigía sus vidas. Para la Fuente, esto es lo único que importa saber[4].

 

II. EL EVANGELIO SEGÚN MATEO

 

Introducción

 

El evangelio de Mateo, utilizado en el Año Litúrgico A, fue escrito probablemente en los años 80-85. Es posible que haya nacido en Siria (4:24), en una ciudad cosmopolita como Antioquía. El autor es un escriba desconocido de origen judeocristiano, conocedor de las Escrituras, un escritor meticuloso que redacta con cuidado.

Para escribir su relato, cuenta, como ya lo he dicho, con dos grandes documentos: el evangelio de Marcos y la fuente Q, así como experiencias que sólo él relata[5]. A menudo reúne por temas, rompiendo así el orden original de sus documentos, mientras que Lucas tiende a cortar sus fuentes en grandes bloques que luego coloca una tras otra.

En los años 80, con Jerusalén y el Templo destruidos, la supervivencia propia del judaísmo en formación estaba en duda. Grupos de escribas se reunieron en la región de Jamnia, en la costa mediterránea, y de estas reuniones surgió lo que sería conocido como el judaísmo rabínico, basado en los dos pilares de la Torá escrita y la Torá oral. El concepto del Tanak[6] (Biblia hebrea) comenzó a tomar forma por lo que se tomaron medidas para preservar la identidad judía[7].

Las presiones ejercidas sobre ellos obligan a los cristianos de origen judaico a darse cuenta de que ya no se les consideran como auténticos hijos de Abraham[8]. La exclusión del judaísmo no sólo afecta a la participación en las asambleas, sino que también implica la ruptura de los lazos familiares o comunitarios, la pérdida del empleo, etc. En Oriente Medio, donde el individuo se define por su integración social, la crisis es mayúscula.

Es en este contexto, y en respuesta a esta crisis, que se escribe Ségun Mateo. El evangelio no es un escrito intemporal. Se dirige a una situación concreta. Tiene como objetivo reafirmar a la comunidad cristiana en su fe, animarla a ser fiel a ella y abrirla a la comunión con los cristianos de origen extranjero. Aunque en el texto se tocan muchos temas, el Jesús que hace hablar Mateo, con la ayuda de las tradiciones que tiene a su disposición, mira constantemente la crisis que vive la comunidad.

Es fascinante ver cómo el evangelio está escrito de tal manera que hace que la comunidad tome decisiones dolorosas pero necesarias. Es comprensible que a menudo se trate de un texto duro. El autor sufre con su comunidad. Se siente ofendido por las decisiones de las autoridades que considera incompetentes y no las perdona. Pero dirige su lucha al interior del judaísmo. No hay antisemitismo en él. Al contrario, como ama apasionadamente a su pueblo tiene acusaciones coléricas, pues no acepta verse excluido.

Según Mateo, hay que subrayarlo, es un evangelio pues trata tanto del hombre de Nazaret como del exaltado resucitado, señor de su comunidad. Esto significa que el autor, sirviéndose de tradiciones que ha reelaborado sabiamente, hace que el galileo pronuncie las palabras que cree que el resucitado de los años 80 desea dirigir a su comunidad de Antioquía, al igual que hace que el curandero de antaño realice actos que sólo puede hacer el que, desde su muerte, tiene los poderes propios de Dios. El autor, por tanto, hace mucho más que hablar del Jesús de antaño. Expone las decisiones del Viviente de la que época en la que él mismo escribe. De ahí la complejidad de la lectura de su evangelio para los lectores de hoy.

El texto que sirve de base al comentario no es la versión litúrgica, fruto de una comisión destinada a servir a los intereses de la Institución, sino una traducción realizada directamente a partir del texto griego. Este último no busca la novedad por la novedad, sino que quiere evocar las sorpresas de los significados de las palabras antiguas. El traductor opina que el Evangelio debe salir de los estrechos límites al que un uso exclusivamente religioso lo ha confinado durante siglos, y entrar en la (post)modernidad de nuestras sociedades. Es urgente que el texto se dirija a los lectores que quieren enfrentarse a este test de su fe[9].

 

Plan

 

El siguiente esquema se presenta para que el lector pueda ver en qué lugar del Evangelio de Mateo se encuentran los textos que ofrece la Liturgia.

 

Título (1,1)

 

INTRODUCCIÓN (1,2-4,25)

A. Orígenes (1,2-2,23)

1. Genealogía (1,2-17)

2. Genesis (1,18-25)

3. El Oriente ante el rey de los judíos (2,1-12)

4. El nuevo Moisés (2,13-23)

 

B. Inicios (3,1-4,25)

1. Cambio de vida (3,1-4,11)

a. Juan el Inmersor (3,1-17)

b. Prueba (4,1-11)

2. Ubicación y entorno (4,12-25)

a. Instalación en Cafarnaúm (4,12-17)

b. Llamando a do (4,18-22)

c. Inicios (4,23-25)

 

I. EL NUEVO MOISÉS (5,1-9,38)

 

A. El nuevo Moisés en palabras (5,1-7,29)

1. El nuevo Moisés en la montaña (5,1-2)

1. Los privilegiados (5,3-16)

a. Descripción (5,3-12)

b. Papel (5,13-16)

2. La Enseñanza (5,17-7,12)

Declaración (5,17-20)

a. Detalles (5,21-48)

b. Las prácticas tradicionales (6,1-18)

c. Las cuestiones sociales (6,19-7,11)

Declaración (7,12)

3. Advertencias (7,13-27)

Fin de las palabras del nuevo Moisés (7,28-29)

 

B. El nuevo Moisés en diez gestos (8,1-9,38)

Al pie de la montaña (8,1)

1. Purificación de un leproso (8,2-4)

2. Curación de un paralítico (8,5-13)

3. Curación de la suegra de Roc (8,14-15)

Primer recuadro (8,16-23)

4. Moderación de un terremoto en el mar (8,24-27)

5. Curación de dos endemoniados (8,28-34)

6. Curación de un paralítico (9,1-8)

Segundo recuadro (9,9-17)

7-8. Libération d’une femme en perte de sang et Éveil de la fille d’un dirigeant (9,18-26)

9. Curación Jesús para Juan de dos ciegos (9,27-31)

10. Curación de un mudo (9,32-34)

En todo el país (9,35-38)

 

II. PARTIDARIOS Y PARIENTES (10,1-20,34)

 

A. Los doce partidarios (10,1-42)

1. La elección (10,15a)

2. Directivas de fondo (10,5b-42)

 

B. Los parientes de Jesús (11,1-14,12)

Una enseñanza (11,1)

1. Parentesco entre Juan y Jesús (11,2-24)

a. Jesús para Juan (11,2-6)

b. Juan para Jesús (11,7-15)

c. Juan y Jesús para sus contemporáneos (11,16-24)

2. Parientes divididos (11,25-13,58)

a. El Padre descrubre al hijo y los pequeños (11,25-30)

b. Incomprensión de los grandes (12,1-45)

c. Los verdaderos parientes de Jesús (12,46-50)

d. Las multitudes incomprensibles (13,1-35)

e. Los partidarios comprensivos (13,36-52)

f. La patrie incompréhensive (13,53-58)

3. Parentesco entre Juan y Jesús (14,1-12)

 

C. La formación de los partidarios (14,13-20,34)

1. El papel de los partidarios (14,13-36)

Resumen: Jesús al margen (14,13-14)

a. Primera comida pública (14,15-21)

b. Jesús al margen (14,22-23)

c. Los partidarios liberados de la tempestad (14,24-33)

Resumen : curaciones (14,34-36)

2. Formación controvertida (15,1-16,12)

a. Debate sobre la transmisión de los Ancianos (15,1-20)

b. El pan se le quita a los niños (15,21-28)

c. Resumen : curaciones (15,29-31)

d. Segunda comida pública (15,32-38)

e. El signo de Jonás (15,39-16,4)

f. ¡Cuidado con la levadura de la oposición! (16,5-12)

3. Un llamado a la confianza (16,13-20,28)

a. Iglesia fundada sobre la Roca (16,13-20)

b. Cruz para llevar (16,21-17,20)

c. La verdadera grandeza (17,22-20,16)

d. El ejercicio del poder (20,17-28)

 

Transición: curación de dos ciegos (20,29-34)

 

III. EL CONFLICTO (21,1-25,46)

 

Entrada del rey-profeta a Jerusalem (21,1-11)

 

A. Condena del Templo por el profeta (21,12-46)

1. El Templo: una cueva de bandidos (21,12-17)

2. El Templo: higuera sin frutos (21,18-22)

3. La autoridad del profeta (21,23-27)

4. Los profetas rechazados (21,28-32)

5. Cambio de pueblo (21,33-44)

6. El profeta protegido por la multitud (21,45-46)

 

B. Condena del profeta por las autoridades (22,1-46)

1. Relato en imagen (22,1-14)

2. Trampa fiscal (22,15-22)

3. Trampa de resurrección (22,23-33)

4. Tramp adel mayor mandamiento (22,34-40)

5. Enigma del inducido (22,41-46)

 

C. Reacción de Jesús (23,1-39)

1. ¡Cuidado con los dirigentes! (23,1-12)

2. Las maldiciones (23,13-33)

3. Crímenes (23,34-36)

4. Una ciudad sin Dios (23,37-39)

 

D. Reacción del cosmos (24,1-31)

1. Anuncio del fin (24,1-2)

2. Escenario final (24,3-31)

 

E. Estar preparado (24,32-25,46)

1. Atención a los signos (24,32-36)

2. Velar (24,37-44)

3. Ilustración de dos esclavos (24,45-51)

4. Ilustración de diez adolescentes (25,1-13)

5. Ilustración del capital (25,14-30)

6. Ilustración del juicio (25,31-46)

 

CONCLUSIÓN (26,1-28,15)

 

A. Entregado (26,1-46)

1. El complot (26,1-5)

2. La unción (26,6-13)

3. La traición de Judas (26,14-16)

4. La cena (26,17-29)

5. El frágil rebaño (26,30-35)

6. La angustia (26,36-46)

 

B. Ejecutado (26,47-27,56)

1. El arresto (26,47-56)

2. El juicio del gran consejo (26,57-68)

3. La traición de la Roca (26,69-75)

4. La remisión a Pilatos (27,1-2)

5. La muerte de Judas (27,3-10)

6. El juicio de Pilatos (27,11-26)

7. El ridículo (27,27-31)

8. La crucifixión (27,32-38)

9. La rabia (27,39-44)

10. La muerte (27,45-56)

 

C. Sepultado (27,57-28,15)

1. El sepulcro (27,57-61)

2. Los guardias de la tumba (27,62-66)

3. El mensaje desde la tumba (28,1-8)

4. Refuerzo del mensaje (28,9-10)

5. El mensaje contrarrestado por los guardias (28,11-15)

 

D. Al frente (28,16-20)

 

Notes :

 

[1] Ver Mt 16:18; 1 Co 15:8.

[2] He aquí, por ejemplo, cómo Mt y Lc formulan la invocación al Padre al comienzo del Padre Nuestro:

Mt 6,9 Padre nuestro, que estás en los cielos

Lc 11,2 Padre.

Es casi seguro que la oración en arameo comenzaba con un simple Abba, y debía terminar con el habitual Amén. Los añadidos al texto de Mt. corresponden a su escritura en el resto del evangelio. Es necesario realizar un trabajo similar en relación con todos los textos de la Fuente. La referencia a la invocación del Padre Nuestro en el documento se indica de la siguiente manera: Q 11,2. Se sigue la numeración de los versículos en el evangelio de Lucas.

[3] En general, Mateo ha conservado mejor, palabra por palabra, la Fuente, y Lucas el orden en que ésta había dispuesto los textos. Para una reconstrucción de Q, traducida y comentada, véase A. MYRE, La Source des paroles de Jésus, Montreal, Novalis/París, Bayard, 2012. Del mismo autor, también está en curso un comentario, perícopa por perícopa, difundido en este sitio web. Pulse aquí para acceder al primer texto de la serie.

[4] Antes de que un redactor de finales del siglo I ajustara el evangelio de Juan a las declaraciones de fe del cristianismo de Judea, los capítulos I-XII de este evangelio también representaban el lenguaje del cristianismo galileo.

[5] Véase, por ejemplo, sus dos primeros capítulos sobre la infancia de Jesús, que son muy diferentes de los de Lucas. Todo el material de Mateo ha recibido la abreviatura M, y el de Lucas la abreviatura L.

[6] Palabra formada a partir de la primera letra de los términos utilizados para designar los tres grandes cuerpos literarios de la Biblia hebrea (Torá – Nevîm – Ketouvim): Enseñanza – Profetas – Escritos (sapiencial).

[7] Utilizo la palabra “judaico” en lugar de “judío”, que hoy en día tiene una connotación religiosa anacrónica. En sentido literal, el término se refiere a una persona que vive en Judea. Sin embargo, en la época de los evangelios, durante algunos siglos en el mundo mediterráneo de habla griega, los extranjeros, a menudo de forma peyorativa, llamaban a los hijos de Abraham Ioudaioi (judeístas), tanto si procedían de Judea como de Galilea. Es comprensible que estos últimos no hayan adoptapto este uso para designarse a sí mismos.

[8] En esta época se escribió el paréntesis de Jn 9,22-23, en el que se dice que los padres del ciego tienen miedo de los judíos, quienes habían decidido excluir de la asamblea a todo aquel que reconozca a Jesús como mesías.

[9] Las líneas anteriores son una actualización de la introducción al evangelio de Mateo escrita para La Bible, Montreal, Médiaspaul; París, Bayard, 2001.

 

ACERCA DE ANDRÉ MYRE

André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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